La voz de mi amado

Dios está enamorado de ti.

Escucha su voz…

Déjate amar.

¡Te agradecerá tanto de que alguien le preste atención!


La voz de mi amado
 
¡La voz de mi amado!
Ahí viene, saltando por las montañas,
Brincando por las colinas.
Mi amado es como una gacela,
Como un ciervo joven.
 
Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro;
Mira por las ventanas, espía por el enrejado.
 
Habla mi amado, y me dice:
“Levántate, amada mía, paloma mía, hermosa mía, y ven!
Porque ya pasó el invierno,
Las lluvias cesaron y se fueron.
Las flores aparecen sobre la tierra,
Llegó el tiempo de las canciones,
y el arrullo de la tórtola se oye en nuestra tierra.
La higuera dio sus primeros frutos
y las viñas en flor exhalan su perfume.
¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven!
Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas,
En el escondrijo escarpado,
Muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz;
Porque tu voz es dulce
Y es hermoso tu semblante”.
 
¡Mi amado es para mí,
Y yo soy para mi amado,
Que apacienta su rebaño entre los lirios!
Antes que sople la brisa y huyan las sombras,
¡vuelve, amado mío, como una gacela,
como un ciervo joven,
por las montañas de Beter!

(Cantar de los Cantares, 2,8-14.16-17)