El error de Freud: adicción sexual

El error de Freud es no ver en el ser humano otra cosa que los instintos y pulsiones.

La verdad es que Dios creó al hombre capaz, por su inteligencia, de conocer la verdad, y por su voluntad, de elegir y hacer el bien y renunciar al mal.

Jesús vino a rescatarnos con eficacia de la concupiscencia de la carne. Con su ayuda somos capaces de dominar los instintos y pulsiones, y en eso somos verdaderamente hombres.


Algunos amigos psicólogos me enseñaron que Argentina y Francia son los dos únicos países en el mundo donde, en las facultades de psicología, se enseña exclusivamente las teorías de Freud. ¡Qué hazaña!

Todos los otros países, hace tiempo que descubrieron que hay otras escuelas de psicología, y mejores que la de Freud. En este sentido, Argentina y Francia son países atrasados y sub-desarrollados.

Promueven la adicción sexual, según la teoría de Freud, que dice: «El núcleo de nuestro ser está formado por este tenebroso Ego que no está en relación directa con el mundo exterior y es accesible a nuestro conocimiento solamente por intermedio de otra instancia. En este Ego actúan (se mueven) las pulsiones orgánicas en que se mezclan dos fuerzas elementales (Eros y Destrucción), asociadas en una medida variable, y distintas una de otra por su relación con un órgano o un sistema de órganos. La única tendencia de estas pulsiones es su propia satisfacción, que se realiza por medio de ciertos cambios en los órganos, con la ayuda del mundo exterior» [1]

«Entonces según Freud el «núcleo» o «corazón» del hombre estaría dominado por la unión entre el instinto erótico y el destructivo, y la vida consistiría en satisfacerlos.» (Juan-Pablo II, Teología del Cuerpo, nº 46.6, nota 4.

Por eso los psicólogos freudianos consideran que la solución de casi todos los problemas es el placer sexual. Por eso los manuales de la llamada ’educación sexual’ de Argentina enseñan que masturbarse es bueno. Por eso incentivan el uso del preservativo…

No se dan cuenta que forman jóvenes de sofá, jóvenes de cama, adictos al placer egoísta. Por eso hay tanta sensualidad en nuestro paisaje, tanta fornicación, tanta esclavitud y tanta dejadez. Conforman una nación de adictos sexuales, de jóvenes sin voluntad, que cualquier régimen totalitario pueda manipular fácilmente.

«Cuando era joven, cada noche me acostaba con un chico distinto… Al final, me sentía harta, sucia, usada, desesperada. Ahora sé que Jesús es capaz de levantarme y ayudarme a vivir de otra manera.»

La visión cristiana

La visión del ser humano en la Biblia es totalmente distinta de la de Freud. No lo reduce a sus pulsiones o a la concupiscencia de la carne (Teología del Cuerpo, nº 46.2). Al contrario, la Palabra de Dios afirma claramente que la herida del pecado original ha sido superada por el misterio de la Redención realizada por Jesús.

El hombre no puede vivir en la sospecha constante de si mismo. Eso es desesperante, y Jesús vino para rescatarnos de esta desesperanza. El hombre no está abandonado a la concupiscencia de la carne, sino que está llamado al amor (TDC 46.6). En el Evangelio, Jesús confirma «con eficacia» este llamado al amor verdadero (TDC 46.4). Somos capaces de dominar la codicia del corazón:

«Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.» (Mateo 5:27-28).

Psicólogos con esperanza

Roger Vittoz

Hay psicólogos que no aceptan la visión desesperante de Freud y practican métodos que respetan la verdad profunda del ser humano. Por ejemplo, el psicoterapeuta cristiano suiza Roger VITTOZ (1863-1925) dice: «La psicoterapia puede concebirse de dos modos opuestos. Sea se considera que el sujeto debe escuchar sus pulsiones interiores y obedecerles, cualquier sean. Es el método de Freud, que diviniza los instintos y las pulsiones animales, y no tiene en cuenta de lo justo y lo injusto, del bien o el mal. Sea, al contrario, se considera que encima de las fuerzas animales e instintivas, existe un instancia superiora » [2].

¡Gracias a Dios, existe en el ser humano algo más grande que los instintos! Existe el corazón, capaz de recibir el amor de Dios y darse gratuitamente en un amor verdadero.

La inteligencia humana es capaz de conocer la verdad, y su voluntad es capaz de elegir y hacer el bien. A diferencia de los animales, el ser humano es capaz de resistir y dominar sus instintos. Es capaz de esperar.

«OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, DAME UN CUERPO CASTO Y UN CORAZÓN PURO»