La Dedicación de Nuestra Iglesia

La dedicación de las primeras iglesias cristianas constituía una fiesta para el pueblo de Dios, una manifestación pública y gozosa de su fe
Hoy también nosotros viviremos esta fiesta y expresaremos nuestra fe al asistir a la dedicación de esta iglesia


Presentación

La ceremonia consiste en consagrar este edificio a Dios haciéndolo un templo santo; destinado exclusivamente a reunirnos en él para rendirle culto, celebrando los sagrados misterios y escuchando su palabra.

El rito de la dedicación de un templo tiene una honda dimensión pascual y crismal. Notamos esta convergencia sobre todo en la liturgia del agua, en la liturgia crismal (unciones con crisma) y en la liturgia de la luz que nos hacen tan presente la Vigilia Pascual y el Bautismo. El rito consta de cuatro partes.

Ritos iniciales

Nos reuniremos en torno al Obispo en el lugar indicado para el comienzo de la ceremonia. De allí partiremos procesionalmente llevando las reliquias de los mártires y santos que serán colocadas debajo del altar porque, como dice San Ambrosio

es oportuno que las víctimas triunfales tengan un lugar allí donde Cristo se ofrece a sí mismo como hostia: sobre el altar Aquel que se ofreció por todos, bajo el altar, aquellos que fueron rescatados por Él con su pasión”

Nos detendremos en el umbral de la iglesia, cuyas puertas están cerradas porque aún no ha sido consagrada ni habilitada para el culto. Aquí se hará entrega simbólica del edificio al Obispo, Pastor de la diócesis, y éste, a su vez, la entregará a la Comunidad religiosa y a los fieles. El Obispo pedirá al prior que abra las puertas. A continuación, ingresaremos en la iglesia cantando el salmo 23.

Así como el creyente se convierte en templo de Dios al recibir sucesivamente los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, conviene que el altar sea lavado con agua y ungido con el santo crisma antes de estar dispuesto para recibir el cuerpo del Señor y para que se celebre allí su banquete. Por eso los antiguos rituales hablan de “bautizar el altar”. El Obispo bendecirá el agua con que rociará a la asamblea, el altar y las paredes en señal de purificación y en recuerdo del Bautismo.

Liturgia de la palabra

El Obispo inaugurará solemnemente la proclamación de la Palabra de Dios en el nuevo edificio presentando el Leccionario al pueblo de Dios antes de entregarlo al lector.

Plegaria de la dedicación y unciones

Los ritos específicos de la dedicación comenzarán con el canto de las Letanías de los Santos, al que seguirá la colocación de las reliquias debajo del altar junto con tres granos de incienso para significar los aromas con que ungieron el cuerpo de Jesús al sepultarlo. A continuación, el Obispo recitará la plegaria de la dedicación.

El simbolismo de la unción bautismal influyó en la instauración de este rito. Como el cristiano, también el altar tenía que ser consagrado con efusión de aceite, transmisor del Espíritu. Para destacar estar relación, en los rituales antiguos, el altar recibía una doble unción : con el óleo de los catecúmenos y con el crisma. Después de la unción del altar, el Obispo lo hará con las paredes del nuevo templo.

Al rito de la unción, sigue el rito del incienso. El obispo encenderá el incienso que está sobre el altar, diciendo: “Suba, Señor, nuestra oración como incienso en tu presencia, y así como esta casa se llena de suave perfume, así la Iglesia expande la fragancia de Cristo”. Luego el templo es iluminado festivamente como signo de gozo en Jesús, Luz del mundo.

Liturgia eucarística

La Misa continúa de la forma acostumbrada. Todos los ritos anteriores han tenido como objeto preparar el altar para que se convierta en la mesa del Señor con la celebración de la Eucaristía, vértice de la celebración y único rito necesario para consagrar un templo. Durante largo tiempo, éste fue en la Iglesia el único rito de dedicación. La ceremonia finaliza con la solemne bendición del Obispo.

Procesión de entrada

Después de unas palabras de saludo del Obispo, se inicia la procesión hacia la puerta de la iglesia en el siguiente orden : El crucífero, los monaguillos; el diácono que lleva las reliquias de los Santos rodeado por los dos ceroferarios; la comunidad, los presbíteros; el obispo, y por último los fieles. Durante la procesión, se canta el siguiente canto : Esta es la morada de Dios entre los hombres

Ante la puerta de la Iglesia

  • La procesión se detiene ante la puerta de la Iglesia. Los fieles se quedan al pie de la iglesia.
  • El Padre Pedro María hace entrega del edificio al Obispo Monseñor Maulión.
  • Los arquitectos Gerardo Zanone y Manuel Mina se dirigen al Obispo y a los fieles, explicando con breves palabras el significado de la arquitectura de la Iglesia.
  • El Obispo pide al Padre Elías que abra la puerta.
  • Luego entramos cantando el salmo 23 : ¡Ábranse puertas eternas para que entre el rey de la gloria!

Bendición del agua y aspersión

Después de la bendición del agua, el Obispo rocía con agua bendita al pueblo y las paredes, pasando por la nave de la Iglesia, y vuelto al presbiterio rocía el altar. Mientras tanto se canta la antífona : He visto el agua que brotaba del lado derecho del templo y a cuantos esta agua llegó, fueron salvados y dijeron: ¡Aleluya, aleluya!

Después de la aspersión, cantamos la gloria de Dios : Gloria, Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis!

Liturgia de la palabra

  • Lectura del libro de Nehemías (8, 2-4a. 5-6. 8-10)
  • Antífona del Salmo responsorial : De tu misericordia está llena la tierra, enséñame tu palabra
  • Salmo 18, 8-9. 10.15
  • Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro (2, 4- 10)
  • Lectura del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas: (1, 26-38)
  • Homilía
  • Credo

Rito de la Dedicación

  • Letanías de los Santos
  • Colocación de las reliquias Después del canto de las Letanías se colocan debajo del altar las reliquias de los Mártires y Santos para significar que el sacrificio de los miembros ha tomado su principio en el sacrificio de Cristo. Cantamos la antífona : Iglesia santa, Jerusalén, amada de Dios, Madre de todos los hombres: ¡bendita seas!

Plegaria de la Dedicación

La celebración de la Eucaristía es lo máximo del rito y el único necesario en la dedicación de una Iglesia; con todo, de acuerdo con la antigua tradición de la Iglesia, tanto del Oriente como del Occidente, se dice también una especial Plegaria de Dedicación, mediante la cual se expresa el propósito de dedicar para siempre la Iglesia al Señor y se pide su bendición.

Unción de altar y de las paredes

El Obispo unge con Crisma el altar como es ungido el cristiano el día del bautismo convirtiéndose así en templo de Dios. Para significar mejor este vínculo, antiguamente el altar, al igual que el bautizado recibía una doble unción: con el óleo de los catecúmenos y con el crisma. El altar por la unción del crisma se convertirá en símbolo de Cristo, el Ungido del Padre. La unción de la Iglesia significa que se la dedica plena y perpetua-mente para el culto cristiano. Se hacen doce unciones, con las que significa que la Iglesia es una imagen de la santa ciudad de Jerusalén.

Incensación del altar y de la iglesia

Así como en la Vigilia Pascual se colocan cinco granos de incienso en el Cirio, así también sobre el altar se quema el incienso, para significar que el sacrificio de Cristo, que allí se celebra, sube a Dios como el incienso y que las oraciones de los fieles llegan hasta el trono de Dios. La incensación de la nave de la Iglesia indica que por la dedicación se convierte en casa de oración. Se inciensa al pueblo de Dios porque él es el templo vivo en el que cada uno de los fieles es un altar espiritual. Mientras tanto se canta la antífona : El humo del incienso subió a la presencia del Señor, de mano del ángel.

Iluminación del altar y de la iglesia

La iluminación del altar y de la Iglesia, recuerda que Cristo es la Luz del mundo, el Lucero que no tiene ocaso y resplandece sobre el género humano. Se hace la iluminación festiva: se encienden todos los cirios, también los que se pusieron donde se hicieron las unciones, y las demás luces de la Iglesia en señal de alegría. La iluminación del altar y de la Iglesia, recuerda que Cristo es «la luz para iluminar a las naciones», con cuya claridad resplandece la Iglesia y por ella toda la familia humana.

Instalación del Santísimo y despedida

Después de la oración de comunión, el Obispo venera al Santísimo Sacramento y lo lleva solemnemente al sagrario y luego imparte la bendición solemne.

A continuación los hermanos renuevan su consagración a María. Esta es la morada de Dios entre los hombres : María, tierra admirable, tierra de la promesa, Madre del Emanuel



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